1Cristo nos libertó para que pudiéramos tener verdadera libertad. Así que estén firmes y no se agobien nuevamente por el yugo de la esclavitud. 2Permítanme decirles francamente: si dependen del camino de la circuncisión, Cristo no les será de beneficio en absoluto. 3Permítanme repetir: todo hombre que es circuncidado tiene que cumplir toda la ley. 4Los que entre ustedes creen que pueden ser justificados por la ley, están separados de Cristo y han abandonado la gracia.
5Porque por medio del Espíritu creemos y aguardamos la esperanza de ser justificados. 6Porque en Cristo Jesús, ser circuncidado o no circuncidado no logra nada; lo único que importa es la fe que obra por el amor. 7¡Lo estaban haciendo muy bien! ¿Quién se interpuso en el camino y les impidió convencerse de la verdad? 8Esta “persuasión” sin duda no proviene de Aquél que los llama. 9Ustedes solo necesitan un poco de levadura para que crezca toda la masa. 10Estoy seguro en el Señor que ustedes no cambiarán su manera de pensar, y que el que los está confundiendo afrontará las consecuencias, quienquiera que sea.
11En cuanto a mí, hermanos y hermanas, si aún estamos en favor de la circuncisión, ¿por qué me siguen persiguiendo? Si eso fuera cierto, eliminaría el tema de la cruz, que tanto ofende a la gente. 12¡Ojalá quienes los agobian fueran más allá de la circuncisión y se castraran!
13¡Ustedes, mis hermanos y hermanas, fueron llamados para ser libres! Simplemente no usen su libertad como excusa para satisfacer su naturaleza pecaminosa. En lugar de ello, sírvanse unos a otros en amor. 14Pues toda la ley se resume en este mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. 15Pero si se atacan y se destruyen unos a otros, cuídense de no destruirse ustedes mismos por completo. 16Mi consejo es que caminen por el Espíritu. No satisfagan los deseos de su naturaleza pecaminosa. 17Porque los deseos de la naturaleza pecaminosa son contrarios al Espíritu, y los deseos del Espíritu son opuestos a la naturaleza pecaminosa. Se pelean entre sí, de modo que ustedes no hacen lo que quieren hacer. 18Pero si el Espíritu los guía, no están bajo la ley.
19Es claro lo que la naturaleza pecaminosa trae como resultado: inmoralidad sexual, indecencia, sensualidad, 20idolatría, hechicería, odio, rivalidad, celos, rabia, ambición egoísta, disensión, herejía, 21envidia, embriaguez, banquetes, y cosas semejantes. Tal como les advertí antes, les vuelvo a advertir: ninguna persona que se comporte de esta manera heredará el reino de Dios.
22Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre y dominio propio. ¡No hay ley que se oponga a estas cosas! 24Los que pertenecen a Cristo han clavado en la cruz su naturaleza humana pecaminosa, junto con todas sus pasiones y deseos pecaminosos. 25Si vivimos en el Espíritu debemos caminar también en el Espíritu. 26No nos volvamos jactanciosos, ni nos irritemos unos a otros, ni tengamos envidia unos de otros.